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Gallinas ponedoras

Yo hago investigaciones en centros de explotación animal. Hace unos años no hubiese imaginado nada de todo esto, yo había estudiado fotografía, publicidad y escribía cuentos infantiles, sabía de planos y de como contar historias, pero nada de sostenerse en pie mientras alguien le corta la garganta o electrocuta a un animal, de eso no sabía nada, nadie me había enseñado a mantener las lágrimas, ni tampoco a contener la ira que nace entre el hígado y la tráquea. La última investigación fue en una granja de gallinas ponedoras. Vi galpones llenos de pollitos que vienen de fábricas, pollitos que nunca conocieron el calor del ala de una madre, vi gallinas amontonadas en jaulas oxidadas, gallinas que nunca en su vida estirarán sus alas, gallinas que vivirán toda su vida pisando los alambres de su cárcel, vi gallinas con picos mutilados, vi locura, depresión y muerte. En ese momento no me paso nada, o siempre me pasa que creo que no me pasa nada hasta que me pasa, o como suele decirse "caigo", caigo y me estrello contra el piso, caigo fuerte, la información baja y nada importa, ni el plano, ni las tomas, ni el foco, ni que parte de la historia voy a contar, en esos momentos caigo y me estrello sobre la realidad mas sencilla y feroz, esa que se lleva mas de 4000 animales por segundo, sin contar a los peces, ellos son contados por toneladas. Son esos momentos en los que un dibujo llega a lo mas profundo de mi, me aniño, me enrosco como un bichito bolita temeroso por todo esto que pasa afuera, por todo esto que genera mi propia especie, me enrosco, cierro los ojos y deseo con todas mis fuerzas que al abrirlos solo haya sido un mal sueño y nada mas.

 
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